Los expertos de Astro7 acuden a tu rescate todos los días, pero eso es sólo parte de sus vidas. ¿Quiere saber un poco más sobre ellos? Esté atento a nuestro artículo habitual en el que los expertos le cuentan su vida. Esta vez la historia la comparte una mujer increíble y la vidente más fuerte Jadwiga
Los primeros años y el primer contacto con lo desconocido
Nací en una familia muy normal: mi madre era profesora y mi abuela obstetra. De mi padre casi no me acuerdo, murió cuando yo era muy pequeña. Los hombres no volvieron a venir a nuestra casa. Vivíamos en la zona media de Rusia y mi abuela me llevaba a menudo al bosque, me enseñaba diferentes hierbas, me hablaba de ellas y me enseñaba a trabajar con ellas.
Cuando crecí, supe que mi abuela era bruja y mucha gente acudía a ella para que la curara. Ella también intentó enseñarme este arte, pero no me fue bien. En aquella época todos éramos ateos, y yo, que era un pionero activo y luego miembro del Komsomol, deseché la ciencia de mi abuela.
Más tarde, cuando tenía unos 16 años, mi abuela me enseñó una baraja de cartas. Tenía una baraja inusual, muy diferente de las cartas habituales con las que mis amigos y yo jugábamos al «tonto». Eran las cartas de Marie Lenorman. Esta baraja tan bonita e inusual me fascinó y le pedí a mi abuela que me enseñara a utilizarla. Así que empezó a enseñarme, a transmitirme sus conocimientos, se convirtió en la mentora más real, y ya no me resistí. Y esa baraja de Lenorman sigue conmigo, y la considero mi talismán.
La teoría de la energía mental y la actualidad
Muchos años después, ya casada, me encontré en una situación desagradable: estando en el último mes de embarazo, tuve un accidente de coche. Los médicos salvaron al niño, pero yo estuve mucho tiempo al borde de la vida y de la muerte. Y aquí también mi abuela me sacó adelante, a pesar de su avanzada edad.
Y después de recuperarme, empezaron a ocurrirme cosas extrañas que no podía explicar. Si me sentía desbordada por una emoción, ya fuera ira o alegría, explotaban las bombillas de la casa. Entonces mi abuela me explicó la teoría de la energía mental y me enseñó a utilizarla sin hacerme daño a mí ni a la gente que me rodeaba.
Luego, cuando mi abuela ya no estaba, entre sus papeles encontré la dirección de un hombre al que mi abuela anotó como «maestro». Le escribí, me contestó, mantuvimos correspondencia y, como resultado, fui a verle a Transcarpatia, donde me ayudó a perfeccionar la ciencia de mi abuela.
Y desde hace más de 20 años trabajo con mapas y runas, practico la armonización del equilibrio energético y hago previsiones numerológicas.
Y ahora ya tengo mis propios alumnos, y en primer lugar entre ellos está mi hijo. A menudo hago peregrinaciones a lugares sagrados, y mi hijo siempre los visita conmigo. El lugar favorito de nuestros viajes es Diveyevo, en la región de Nizhni Nóvgorod. Y a pesar de que antes los conocimientos en nuestra familia se transmitían sólo por línea femenina, tengo muchas esperanzas de que con el tiempo se convierta en un verdadero maestro.