Elijo estar sola

que los estereotipos sociales causan mucho sufrimiento. Las chicas jóvenes, las madres solteras hacen todo lo posible por casarse. Y aquí todos los caminos son buenos. Están dispuestas a todo con tal de tener un sello en el pasaporte: a romper familias, a no tener en cuenta a sus hijos, a pasar por encima de su autoestima, provocando sufrimiento y dolor no sólo a los demás, sino también a sí mismas. Elegir la soltería tiene sus ventajas: si te sientes bien y a gusto en tu vida fuera del matrimonio, no prestes atención a la opinión pública ni a los prejuicios. Es tu elección y es digna de respeto. ¡Sé feliz!

La información proporcionada en este artículo no puede utilizarse para hacer un diagnóstico, prescribir un tratamiento y no sustituye la visita a un psicoterapeuta. Consulte a un especialista.

En el mundo moderno, una mujer soltera sin marido ni hijos no es algo infrecuente. La situación de una mujer soltera no es un problema en sí mismo. Sin embargo, en la conciencia pública existe un modelo de familia, y las que no están casadas suelen ser percibidas como fracasadas.

Esto lo sufren especialmente las mujeres. Por alguna razón, se cree que un hombre soltero de cuarenta años es un buen mozo; se fija en chicas de veinte, sin considerar necesario ligar la vida con mujeres de su misma edad. Diversos programas de entrevistas, que últimamente se emiten en muchos canales de televisión, contribuyen en gran medida a crear ese estereotipo en la conciencia del público. Después de ver esos programas, los solteros empiezan a preguntarse: «¿Por qué estoy solo?». Para muchos solteros, sobre todo mujeres de más de 30 años, el celibato se convierte en un grave problema porque se ven constantemente presionados por los estereotipos. Para resistir esta presión, hay que tener una notable capacidad de resistencia y un carácter fuerte.

Las personas solteras escuchan constantemente de conocidos, amigos y familiares: «¡Es hora de tener una familia!», «¡Es hora de tener hijos!». Si es posible, seguro que les recuerdan lo del proverbial vaso de agua, que no habrá quien se lo sirva. Los solteros se obsesionan con esto, y las posibilidades de conocer a la persona adecuada se reducen drásticamente. Todos los consejos y estereotipos sociales van en contra de la propia naturaleza del amor, ya que el amor no obedece a ninguna ley general, su naturaleza no tiene nada que ver con el control, la prudencia y las prescripciones. Cada historia de amor es única, las recetas universales ahogan nuestra voz interior. Bajo la presión de la opinión pública, los solteros no pueden averiguar por sí mismos: «¿Qué es lo que quiero de verdad?». Deshaciéndonos de los prejuicios impuestos por la sociedad, nos quedaremos a solas con nosotros mismos, y entonces podremos averiguar por qué seguimos estando solos. A algunos les sobran ejemplos de familias infelices, que mantienen la apariencia de una pareja feliz, aunque ya no haya sentimientos. Otros prefieren no iniciar una relación seria, ya que requiere mucho tiempo y esfuerzo, interfiere con la carrera profesional. Los terceros temen no sobrevivir al final del amor, temen ser abandonados. Son estos miedos los que vencen el deseo de amar, de cambiar su vida establecida. Preferimos la soledad al riesgo porque las barreras internas o las normas universales nos protegen. Ninguno de nosotros quiere vivir solo y sin amor. Sin embargo, algunas personas prefieren el sufrimiento de la soledad a las vicisitudes del amor. Abundan los ejemplos de personas solitarias que encuentran una